The Last of Us Temporada 2 Final Review

The Last of Us Temporada 2 Final Review
The Last of Us


El final de la segunda temporada de The Last of Us nos sumerge en un torbellino de emociones, decisiones desgarradoras y consecuencias devastadoras. Tras el asesinato de Nora, Ellie (Bella Ramsey) se enfrenta a la pérdida de su inocencia, reflejada en su mirada vacía frente al espejo. A diferencia de la primera temporada, donde Joel (Pedro Pascal) era su sostén, ahora ella asume el rol de protectora de Dina y su bebé, aunque sus acciones contradicen esa responsabilidad. Con un ritmo frenético y giros narrativos que dividirán a la audiencia, el episodio culmina en un cliffhanger que prepara el terreno para una tercera temporada explosiva.

Ellie, Dina y Jesse: el corazón emocional que sostiene el caos

El inicio del episodio nos devuelve al presente con una Ellie visiblemente transformada tras el asesinato de Nora. La mirada vacía frente al espejo, el tono apagado de sus palabras con Dina y la fragilidad oculta detrás de su aparente dureza muestran que Ellie ya no es la misma. Bella Ramsey transmite con una sutileza sobrecogedora la confusión y deshumanización de su personaje, marcando un fuerte contraste con aquella joven que colapsó en los brazos de Joel tras su experiencia con David en la primera temporada.

En esta ocasión, es Ellie quien carga con el rol de protectora, especialmente hacia Dina y el bebé que espera. Pero esa responsabilidad parece más una ilusión que una realidad, pues sus decisiones la alejan cada vez más de sus seres queridos. Jesse, interpretado con una madurez inesperada por Young Mazino, se convierte en la voz de la razón. Su escena de confrontación con Ellie en la librería es uno de los momentos más sobrios y emotivos del capítulo: un intento por salvar lo que queda antes de que todo se desmorone. Lamentablemente, Ellie opta por seguir el camino de la venganza.


Una decisión que reverbera desde el pasado

La serie vuelve a conectar brillantemente con eventos anteriores: Ellie, al igual que en el segundo episodio de esta temporada, elige perseguir su deseo personal sobre el bienestar colectivo. Entonces fue Joel; ahora es Abby. Su viaje, lejos de enseñarle empatía o mesura, ha encendido aún más el fuego de una venganza disfrazada de amor. Ramsey brilla nuevamente en la escena sobre la azotea con Jesse, mostrando una firmeza casi aterradora en su cruzada personal. Aquí, el conflicto interno de Ellie se vuelve aún más trágico: quiere proteger a quienes ama, pero lo hace destruyéndose a sí misma.


El clímax: horror, culpa y un giro cuestionable

La secuencia central del episodio, en la que Ellie asesina accidentalmente a Mel, marca uno de los momentos más oscuros de la temporada. El descubrimiento de que Mel está embarazada, minutos después de que Ellie hojeaba un inocente libro infantil, golpea con fuerza. Sin embargo, el hecho de que su muerte sea accidental suaviza el impacto que debería tener esta escena: el punto en el que deberíamos temer a Ellie, no empatizar con ella.

A diferencia del videojuego, donde este acto representa el hundimiento moral absoluto de la protagonista, la serie parece rehuir ese abismo, restando poder a un momento clave. Es una oportunidad perdida de mostrar a una Ellie realmente irreconocible, capaz de cruzar todas las líneas por odio. Aquí, simplemente parece una víctima de las circunstancias, más una niña atrapada en una pesadilla que una figura trágica por elección.


Una conclusión apresurada y saturada de elementos

La segunda mitad del episodio se precipita hacia su desenlace con una sucesión de escenas que apenas dan tiempo a procesar lo ocurrido. Desde la partida del ejército de Isaac hasta la breve estancia de Ellie en la isla Seraphita, todo se siente fragmentado, como si estuviésemos viendo apenas trozos de una historia mucho más grande que no cabe en este formato episódico.

La muerte de Jesse, por ejemplo, ocurre tan de repente que no permite al espectador asimilar su pérdida. Es un recurso narrativo con potencial emocional que se ve desperdiciado por la falta de pausa. El episodio recurre además a saltos temporales y desplazamientos geográficos que pueden resultar confusos para quienes no están familiarizados con el juego, erosionando la potencia emocional de cada escena.


Un cierre fiel en estructura, pero sin el peso necesario

El intento de replicar la estructura del juego —con el cambio de perspectiva que veremos en la próxima temporada— es valiente y, en cierto modo, necesario. Sin embargo, en televisión, el impacto se diluye. La revelación de las motivaciones de Abby llega demasiado pronto, y sin el odio acumulado que genera en el jugador, su figura no despierta el mismo interés o conflicto moral.

El cierre, con un abrupto fundido a negro tras la llegada de Abby, pretende ser impactante, pero más bien confunde al espectador casual. La promesa de una tercera temporada centrada en otra perspectiva es emocionante, pero deja la duda de si este final ha cumplido con el peso dramático que se esperaba.


Veredicto final: buena intención, ejecución desigual

La temporada 2 de The Last of Us culmina con un episodio que apunta alto, pero tropieza al intentar abarcar demasiado. El viaje de Ellie alcanza su punto más oscuro, pero la velocidad con la que se desarrolla diluye parte de su impacto. Las interacciones entre Ellie, Dina y Jesse destacan como lo mejor del capítulo, anclando emocionalmente una narrativa que por momentos se siente desbordada. Aunque el episodio cumple con avanzar la historia hasta su próximo gran conflicto, lo hace de forma torpe y apresurada, sacrificando parte de la riqueza emocional que define a esta adaptación.

Puntuación: 7.5/10

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