
La Gran N, Nintendo, es una corporación global conocida por proteger ferozmente su propiedad intelectual. A lo largo y ancho del mundo, la compañía opera a través de divisiones regionales como Nintendo of America, Nintendo of Europe, o la central Nintendo Japan. Sin embargo, en regiones donde no existe una agencia propia, la licencia y distribución a menudo se cede a terceros, lo que en el mejor de los casos facilita la llegada de sus productos. Pero, ¿qué sucede cuando un grupo de empresarios decide aprovecharse del éxito de Nintendo, apropiarse de su nombre y vender productos de pésima calidad sin ninguna autorización? Esto fue exactamente lo que ocurrió en Venezuela a finales del siglo XX, en una disputa legal poco conocida que manchó la imagen de la compañía.
Tabla de contenido
La Fiebre del NES y la Oportunidad en Venezuela
Durante los años 80, el éxito global del Nintendo Entertainment System (NES) era innegable. La consola se convirtió en un fenómeno de ventas y un negocio lucrativo que atrajo la atención de distribuidores en todo el mundo. En Venezuela, donde no existía un representante oficial de Nintendo, un grupo de empresas—lideradas por una compañía que se autodenominó Nintendo de Venezuela—decidió tomar este rol.
Junto a asociadas como Atari Mundial (no la oficial), Intelligent Game de Venezuela y Almacén Electrónica Royal, se propusieron distribuir los preciados dispositivos en el país. Al principio, la intención era importar las consolas originales, pero pronto se dieron cuenta de que el costo de importación y los impuestos hacían el negocio poco rentable. La solución que encontraron fue más económica, pero totalmente deshonesta: ensamblar las consolas directamente en Venezuela.
El Descaro de la Propiedad Intelectual Ilegal
El problema central no fue el ensamblaje local para abaratar costos, sino la absoluta falta de solicitud de licencias o permisos a Nintendo Co., Ltd. En lugar de negociar con la Gran N para el uso de su propiedad intelectual y la fabricación de sus productos bajo licencia oficial, el grupo de «Nintendo de Venezuela» decidió operar por cuenta propia.
Violando flagrantemente las leyes de derechos de autor, se apropiaron del nombre y la imagen de Nintendo para ensamblar y comercializar clones de la NES (versión asiática), vendiéndolos a los consumidores como si fueran productos oficiales y de alta calidad. La intención era clara: generar ganancias a costa de la fama de Nintendo, sin que esta recibiera un solo centavo ni tuviera conocimiento de estas operaciones.
¡El Colmo del Engaño!
Los productos clonados imitaban tan descaradamente a los originales que incluso usaban el famoso «sello de calidad» de Nintendo para convencer a los consumidores. Si compraste una NES en Venezuela en esa época, hay una gran probabilidad de que fuera una de estas imitaciones ensambladas localmente.
El Daño a la Imagen y los Horrores Ortográficos
La calidad de estos productos piratas era, en una palabra, terrible. Las consolas eran ensambladas con piezas de muy baja calidad que se dañaban con facilidad, quedando a años luz de los estándares de los productos originales.
Para empeorar la situación, el descuido de los falsificadores era tal que incluso las copias de los juegos contenían errores garrafales. Un ejemplo tristemente célebre fue el del juego Duck Hunt, cuya caja a menudo mostraba el título de la actividad de caza escrito con una falta de ortografía: «Cacería» con «Z» en lugar de «C». Estos horrores ortográficos en sellos de calidad y empaques solo servían para mermar la reputación de Nintendo, ya que los consumidores, al confiar en la marca, terminaban con productos defectuosos y de pésima manufactura.
1995: Nintendo Toma Cartas en el Asunto
La noticia de esta operación ilícita no tardó en llegar a oídos de Nintendo Co., Ltd., una compañía que tiene cero tolerancia con el uso no autorizado de su marca. En 1995, la multinacional japonesa, junto a su equipo legal, inició un proceso judicial contra Nintendo de Venezuela y sus asociadas.
La demanda exigía el cese inmediato de todas las operaciones que atentaban contra la propiedad de Nintendo y el pago de una cuantiosa indemnización por los daños ocasionados a su imagen y ganancias.
- El Verano de 5 Años: Los demandados no se quedaron de brazos cruzados. A pesar de que Nintendo tenía todas las pruebas a su favor, las empresas impostoras y sus abogados lucharon incansablemente, apelando a las sentencias para retrasar el proceso.
- La Sentencia Final: El Tribunal Supremo de Justicia venezolano falló a favor de Nintendo, confirmando que la compañía japonesa era la legítima dueña de la propiedad intelectual. La disputa se extendió por un lustro, hasta el año 2000, cuando los demandados intentaron llevar el caso a Casación, la última instancia judicial. Finalmente, sus apelaciones fueron declaradas «sin lugar», marcando el fin de la batalla.
- Consecuencias Adicionales: La victoria de Nintendo fue total. El tribunal no solo falló a su favor, sino que también remitió el caso a la Corte Disciplinaria del Colegio de Abogados para investigar a los representantes legales de los demandados por realizar supuestas malas prácticas durante el juicio.
El Legado de la Falsificación
Tras cinco largos años de litigio, Nintendo logró defender su marca y su propiedad intelectual. Las empresas involucradas fueron sancionadas y sus operaciones cesaron por completo. El nombre de «Nintendo de Venezuela» quedó enterrado en el olvido, y sus productos, aunque lamentables en su calidad, son hoy en día una curiosa y oscura pieza de la historia del gaming en el país, un recordatorio de la «época salvaje» de la piratería a finales del siglo pasado.
¿Conocías esta batalla legal? ¿Alguna vez tuviste una de estas consolas clon en casa? ¡Déjanos tu opinión y tus recuerdos en los comentarios!
🎮 ¡No te pierdas ninguna noticia Gamer! Descarga la App Oficial de Videogaming3D para Android y mantente al día con noticias, reseñas y todo lo nuevo del mundo de los videojuegos. 🚀 ¡Haz clic aquí descargar la app de VideoGaming 3D! 📱








